lunes, 23 de enero de 2017

Las estrellas del guerrillero I

-Guerrillero 1-



¿Cual Guerrillero?
Una de las iniciativas que ha convertido a mi escuela en referencia nacional, es la boina que llevamos los alumnos. Mi escuela se llama Guerrillero Heroico, a quien le decían el Che porque era argentino. Che, comandante, amigo. Che para arriba y Che para abajo. Y el Che llevaba siempre una boina como se ve en esa foto que cuelgan en todos los lugares.
Dice mi papá que el director de una escuela primaria que se llama Antonio Maceo propuso que todos sus alumnos llevaran un machete como atributo escolar, pero no aceptaron la propuesta. Si la aceptaban, en la escuela que se llama Amistad con Palestina los alumnos tendrían que llevar sobre la cabeza uno de esos trapitos a cuadros como el que usaba Yaser Arafat. ¿Y qué pasaría entonces en la escuela que se llama Combate de Alegría de Pío?
Pero yo pienso que las iniciativas de esas escuelas fracasaron porque no se apoyaron en el sector privado. Nuestro director se apoya en una costurera que vive al doblar de mi escuela. Ella fabrica boinas por montones y las vende a 25 pesos cada una. Los niños que tengan una abuelita costurera se salvan, porque así no tienen que pagar nada y no violan el reglamento.
A mí se me perdieron las dos primeras boinas sin darme cuenta pero la tercera la perdí a propósito porque me daba picazón en la cabeza.
De todas maneras, dice mi papá que lo del reglamento es un paquete que inventó el director de mi escuela para congraciarse con los dirigentes y por eso no puede exigirlo ni regañarnos por no llevar la boina. Los niños estamos perdiendo constantemente las cosas. Perdemos los lápices, las gomas y las libretas, o los cambiamos por bolas o por las carticas de Yu-Gi-Oh. Si cada vez que perdemos una boina nuestras madres salen corriendo a comprar otra, nos moriríamos de hambre.
A mí se me perdieron las dos primeras boinas sin darme cuenta pero la tercera la perdí a propósito porque me daba picazón en la cabeza. Después de eso, mi mamá fue a hablar con el director y le dijo que a ella le resultaba imposible estar comprando boinas todos los meses. El director le señaló un montón de boinas que tenía en la oficina. Mamá escogió una y la hirvió al llegar a la casa por temor a los piojos. Parecía un gorro de cocinero y tuve que seguir con la picazón.
Tenemos además la iniciativa de la estrella que se pega en la boina. Hay tres tipos de estrella según su importancia: la blanca, la azul y la roja. La blanca la tienen casi todos los niños porque se entrega en el aula y son los maestros guías quienes los proponen por su comportamiento y por su rendimiento, y como a los maestros guía les interesa congraciarse con el director, generalmente todos los niños tienen una estrella blanca en la boina.
Después le sigue la estrella azul. La estrella azul es una propuesta del colectivo y, por lógica, no la pueden tener todos los niños. Es decir, la gracia de los maestros para congraciarse con el director tiene que ser un poco más graciosa que la de la estrella blanca. Los niños de estrella azul se destacan porque son monitores de alguna asignatura, leen en los matutinos, recitan, gritan consignas y chivatean a los demás. Esa es una manera de congraciarse con el maestro para que éste pueda congraciarse con el director.
Como el mío estaba colgado de un botón, llegué a casa en varias ocasiones con la camisa rota por los empujones en la cola del comedor.
Y después están los súper escogidos, los niños de estrella roja. Estos son jefes de destacamento, jefes de colectivo, jefes de escuela, van a los congresos de pioneros, hablan y gritan tanto o más que el director y llegan siempre puntualitos y se sitúan en la puerta y le preguntan su nombre a los niños que llegan tarde para apuntarlos en la libreta de incumplimientos. Los niños de estrella azul que quieren convertirse en niños de estrella roja, les piden de favor a los niños de estrella roja que los dejen pararse en la puerta y apuntar a los incumplidores. Y como a los niños de estrella roja les gusta darse importancia, los dejan hacer si, en definitiva, ellos tienen que participar en la selección de las propuestas del pase de un color a otro.
Y está la iniciativa del distintivo, que también hay que adquirirlo en el mercado cuentapropista. Se trata de la misma imagen del Che pero esta vez pegada en la manga de la camisa, no importa si está cosida, colgada de un botón o dibujada con crayolas. Como el mío estaba colgado de un botón, llegué a casa en varias ocasiones con la camisa rota por los empujones en la cola del comedor. Mi mamá fue a ver al director y éste le señaló un montón de distintivos que tenía en la oficina. Mi mamá escogió uno de los que se zurcen a la camisa y me pasé varias semanas con el hombro lleno de salpullido.
A mí nunca me escogen para nada. Soy un niño sin iniciativa porque no sigo ninguna iniciativa de la escuela. Una vez tuve la estrella blanca en la boina por sacar buenas notas en las asignaturas, pero me regañaron por hablar en clases diciéndome que eso no podía ser, que yo era un niño de estrella blanca. Mi papá me vio cabizbajo y le dije lo que me pasaba. Me pidió la boina, le arrancó la estrella blanca y me dijo: Tú no eres un niño de estrella blanca. Tú eres un niño. Y punto.
Entonces me sentí más tranquilo. Mis problemas vinieron después, en la clase de historia, al preguntar por qué el Che nunca había pasado de la estrella blanca.