miércoles, 25 de enero de 2017

Disertación (evidente) sobre el aguacate

-Guerrillero 2-


Niño y Aguacate
El maestro pidió que dibujáramos a nuestras familias. Aunque se dirigió a todos los niños, sospeché que tenía un interés particular en mi caso pues mi papá se mueve en una silla de ruedas. Hasta ahora, la única que se ha mostrado evidentemente interesada por mi papá es Bía; pero Bía, se sabe, está enamorada de mí, y tuvo el detalle de pedirme que le dijera a mi papá que se aliviara de sus dolores.
Yo dibujé a toda la familia: mamá, papá, nuestra perra que se llama Hachi y nuestro gato que se llama Krim-218*
KRIM-218
. Otros niños se dibujaron junto a sus mamás solamente, algunos junto a sus mascotas solamente y hasta hubo uno que se dibujó al lado de Ben-10 solamente.
El maestro escogió mi dibujo para hablar sobre la familia. Me preguntó por qué había dibujado a papá de pie tomado de la mano de mamá y de la mía si estaba en silla de ruedas (papá, no el maestro). Yo le dije que esa era una pregunta sin respuesta del mismo modo que hay problemas en matemáticas que son NS, que siempre dibujaba así a mi papá porque yo lo veía de esa manera, y también porque mi papá decía que cuando el corazón habla el cerebro hace mutis. Las cosas que de primera y pata parece que no pegan, terminan coincidiendo.
El maestro no pareció muy satisfecho con mi respuesta. Me imagino que estaba tratando de analizarla con el cerebro y no con el corazón (¡ahí está!). Entonces me preguntó qué hacían. Se refería, por supuesto, a las ocupaciones de mis padres, no a las del cerebro y el corazón, y mucho menos a las de la perra y el gato.
...el mundo está lleno de opiniones diversas y que para vivir en paz no hay que escandalizarse por ninguna aunque parezca rara y descabellada.
Yo le dije que mi mamá era maestra y que mi papá era mago. El maestro ignoró lo de mamá y me dijo que cualquier día invitaba a papá para que divirtiera a los niños del aula. Le contesté que mi papá no hacía trucos delante de la gente, que él no era mago de circo. El maestro me pidió que le explicara eso y le dije que, por ejemplo, cuando yo tenía dolor de barriga mi papá me echaba color verde con las manos y el dolor se me quitaba. El maestro dijo ajá, pero no me creyó. Le puse otro ejemplo. Cuando no me gusta la comida, papá pone las manos sobre el plato (con comida, claro) y me pregunta qué sabor quiero que tenga (la comida, no el plato). Yo le digo que huevo frito si es mortadella o platanito fruta si es picadillo de soya. Papá cierra los ojos, se concentra y al rato puedo comer sin problemas. Eso lo hace para que esté bien alimentado y aprenda por mi mismo la relatividad de las cosas, aun de las evidentes.
El maestro preguntó si de verdad cambiaba el sabor de la comida y le dije que sí, que por eso yo estaba tan fuerte. Le aclaré, no obstante, que había sabores que papá no podía cambiar, como el de la harina o el del aguacate. Y el maestro se asombró de que a mí no me gustara el aguacate. ¡Esa es la relatividad de las cosas!, exclamé triunfante. Me gusta el color del aguacate pero no me gusta cómo me infla la barriga. ¿Por qué tendría que gustarme lo que le gusta a la mayoría?, cuestioné con la autoridad de quien sabe lo que está hablando, algo que no era mi caso, evidentemente.
Dice mi papá que el mundo está lleno de opiniones diversas y que para vivir en paz no hay que escandalizarse por ninguna aunque parezca rara y descabellada, le dije. El maestro me preguntó qué entendía yo por idea descabellada. Es fácil, las mismas palabras lo dicen: una idea descabellada es una idea calva, le contesté. ¿Y para qué, si puede saberse, una idea debería tener pelos?, volvió a preguntarme. Y le dije armándome de paciencia: Yo no sé mucho de eso, maestro, pero dice mi papá cuando yo le pregunto mucho como usted a mí ahora, que es para mantener diálogos inútiles y terminar convenciéndose que hablar demasiado no conduce a nada… como el director en los matutinos.
...pues dice mi papá que un regaño es el totalitarismo de un punto de vista.
El maestro se puso serio y me dijo: Tu papá no debería enseñarte esas cosas porque en la escuela podemos regañarte por eso. Bueno, pues dice mi papá que un regaño es el totalitarismo de un punto de vista, le dije. El maestro abrió la boca para responderme pero no dijo nada. En honor a la verdad, mi papá no dijo esa frase. La escribió en una de sus libretas de notas que yo leo a escondidas. Dile a tu papá que venga a verme, me soltó el maestro.
¡Uf!, al fin pude sentarme. Al hacerlo, caí en la cuenta que toda el aula había enmudecido. Aula enmudecida es una metáfora. Me refería a los alumnos. Somos treinta y cinco metidos en un espacio para veinte. Aunque guardemos silencio (lo cual es muy difícil) parece que gritamos. Lo de guardar silencio también es una metáfora. Si el silencio pudiera guardarse, yo investigaría dónde el director guarda el suyo y me vestiría de ninja y lo rescataría (al silencio) para devolvérselo (al director) y así disfrutar un poco más de la hora del matutino, porque el director habla y habla y habla y no deja que me concentre en Bía. Pero creo que va a resultar más fácil secuestrar al director (después que me vista de ninja) y encerrarlo en algún lugar donde pueda seguir hablando (el director) y no moleste a nadie.
Los niños habían enmudecido y me observaban. Me encogí de hombros... y en ese momento Bía me tocó la rodilla por debajo de la mesa. La miré. Ella me sonreía. Fue entonces cuando me dijo aquello de: Dile a tu papá de mi parte que se mejore de sus dolores. Evidentemente, Bía está enamorada de mí..., pero le gusta el aguacate.

Nota. Las narraciones de la serie “Guerrillero”, están basadas en acontecimientos que vivió nuestro hijo (y nosotros con él) durante los cinco años que pasó en la escuela de enseñanza primaria “Guerrillero Heroico”. Cualquier coincidencia con la semejanza, es pura realidad.
* Marca de televisor soviético. Este gato que se menciona, existió realmente en nuestra familia y se llamaba así porque dormía en el cajón de uno de esos viejos televisores. Nuestro hijo tuvo un televisor más o menos "de verdad" cuando cumplió los cuatro años. Aunque era un televisor japonés, también de edad provecta, llegó a la casa con ciertas tendencias ideológicas. Se veía en blanco y verde en vez de en blanco y negro.