martes, 21 de febrero de 2017

Silogismo del cosmonauta y el dinosaurio

-Respuesta de email No. 2-


Cesar y la Mascara de Anonymous
Desconozco el paradero de nuestro amigo. Sé que vive en el mismo Estado que tú, pero nada más. Cuando veo a su esposa, me dice que le escribe poco y como los locos. Ya sabes que ambos son la encarnación del despiste. Quizás algún día, al detener tu camión en uno de esos restaurantes al lado de la carretera, te lo encuentres de mesero. Él trabaja lo mismo de recolector de naranjas que de bodyguard de una estrella del porno. Y no le afecta. Dicen que guarda su aureola en una caja fuerte para que no la conviertan en folklore.
De todas maneras averiguaré si tiene correo y/o teléfono. Si das con él, seguro te prometerá visita, y ya puedes sentarte a esperarla. Pasarán, al menos, tres o cuatro de sus viajes anuales a Cuba. Nunca sé a ciencia cierta cuándo viene y cuándo se va. Sí te puedo certificar que cuando vengas tú, si está por aquí, lo encontrarás en el estadio viejo entrenando perros. César Millán se salva porque nuestro amigo no es pretencioso, de lo contrario ya lo hubiera desbancado de su programa “El encantador de perros”. Es la única persona que conozco que vive un año en los Estados Unidos, y cuando regresa no parece que haya salido de los predios del Casco Histórico…
No se lo digas a nadie, pero he visto a los leones que custodian la entrada del parque, pidiendo limosna a los turistas que desembarcan de los cruceros...
Ya sé, ya sé que es Centro Urbano de Cienfuegos, Patrimonio Cultural de la Humanidad, pero no por eso ha dejado de ser un casco ruinoso. No se lo digas a nadie, pero he visto a los leones que custodian la entrada del parque, pidiendo limosna a los turistas que desembarcan de los cruceros... Pues claro, los de mármol, los que esculpieron sin testículos. ¿Cuáles si no? Hace muchos años se escapó un león famélico que trajeron en un circo que montaron en el terrenito de pelota del barrio de Reina. Querían llevar la cultura a todos los rincones y el circo estaba de moda. Era la época de las payasadas sociales, algo que no ha caducado todavía, aunque los circos han desaparecido casi por completo. Pues no sé de qué manera el león se escapó. Aunque se comenta que lo atraparon, no existe testimonio gráfico. No mordió a nadie porque, literalmente, tenía un hambre que no veía. Y si no lo atraparon y fue a parar a las montañas del Escambray para vivir de incógnito rechazando de plano seguir haciendo el papelazo con sus carantoñas de gato grande, es muy difícil que encontrara una pareja de su especie para reproducirse. Supuesto el milagro, esos dos leones del parque pudieran ser sus descendientes, solidificados escultóricamente como los artistas que clavan sus personajes a pleno sol en el bulevar, las llamadas estatuas vivientes, la Dama Azul y Benny Moré, entre otros personajes de leyenda, reales o no.
¿Es cierto que tu esposa es profesora de español? Acá pudiera ganarse la vida como guía de turismo explicándole a los curiosos foráneos todas esas historias de leones y leyendas. Por favor, que no se lleve una imagen bastarda de mí. Si escribo como escribo es por un problema de autoestima, explícaselo con pelos y señales, algo que salió muy maltrecho en los de mi generación cuando nos obligaron a renunciar al inglés para embutirnos con el alfabeto cirílico y su pronunciación onomatopéyica de choque de trenes, cosas tales como “zsch” o “dzvñia”. Después de todo no era tan difícil. Para saber que estabas en el buen camino, bastaba con sentir que las venas del cuello estaban a punto de reventarse y un cansancio tremendo, como si hubieras estado gritando por culpa de una pesadilla en la que te ves en medio de una multitud y, frente a ti, la efigie de Lenin encimada sobre la tribuna escupiendo un discurso ininteligible.
Si tu esposa no me entiende porque desconoce estas historias, recítale como muestra una poesía de Nicolás Guillén, nuestro bardo nacional del sóngorocosongo. Recítale aquel fragmento memorable por su musicalidad y penetración ideológica (que no psicológica) que dice: “El cosmonauta sube, sube, sube...”, repitiendo la palabra “sube” un número de veces que no recuerdo pues nunca fui bueno para los números.Después de subir (el cosmonauta), termina diciendo (la poesía): “Hay en efecto un butacón, pero está vacío”. Puede que tu esposa se enamore definitivamente de la lengua española, o puede que se niegue a pronunciar una palabra el resto de su vida. Esa es una de las virtudes de la poesía en general y de este poema en particular. Los efectos sobre la estabilidad mental de sus lectores son impredecibles.
...algo que salió muy maltrecho en los de mi generación cuando nos obligaron a renunciar al inglés para embutirnos con el alfabeto cirílico y su pronunciación onomatopéyica de choque de trenes, cosas tales como zsch o dzvñia.
Me gusta citar este ejemplo por su potencia ilustrativa. El poema tiene múltiples lecturas, sobre todo si tienes problemas en la vista. En su momento, fue interpretado como una alabanza a la proeza soviética de haber llevado al primer hombre al cosmos —y al primer perro, no hay que olvidarlo, específicamente perra y de nombre Laika—, y como una explícita declaración de ateísmo científico. Después de la caída del bloque socialista salieron a la luz otras interpretaciones, entre ellas la proyección psicoanalítica de los problemas de la vivienda y la ausencia de confort en nuestra sociedad. Otra interpretación de carácter más bien intimista, especula sobre un posible padecimiento de almorranas sangrantes que impedía al poeta sentarse como Dios manda en el butacón de la familia. El fiasco no revelado es que en su parte trasera el butacón tenía una chapilla de aluminio con un código y una inscripción chapucera: “Medio básico de la EMBELI” (Empresa de Bebidas y Licores, por si no te acuerdas).
Puesto que hablamos de astronomía y del néctar que nos eleva a los cielos, te digo que sí, que la cerveza ha vuelto a mi vida para aumentar el tamaño de mi vientre. Recuerdo aquella época en que estuve un año sin tomar por prescripción facultativa. Luego, poco a poco, el gusto se ha impuesto. Comprenderás que no es un gusto que se incline a convertirse en adicción. Ni tomo cerveza de pipa, ni cambio el CUC para tener unos cuantos buches más de algún ron peleón expendido en bares para desesperados. Tengo la suerte de que a mis 50 años y tomando medicamentos entre cuyos efectos adversos está la hipertensión, jamás he necesitado ponerme pastillitas bajo la lengua para que no me salga humo por las orejas. Si esa suerte no varía, podremos desprestigiar algunas botellas en tu visita, si es al lado de una piscina, mejor.
En fin, temas y tonos. Hoy me pasé la tarde tratando de violar a mi musa para que me inspirara algunos microrrelatos con la música como tema obligado. Si Augusto Monterroso logró imponerse con aquello de: “Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, puedo hacerle un homenaje y escribir:
“Y cuando el dinosaurio despertó, tenía un mensaje sobre la almohada: ‘Gracias por una noche loca’. Firmado: Juana Bacallo. Inmediatamente,el dinosaurio decidió que ya era hora de aceptar la invitación de Alcohólicos Anónimos”. Aquí la referencia a la música es bastante lejana, casi imperceptible, al menos para una perspectiva internacional, pero me quedo muy por debajo de la norma de la cantidad de palabras establecidas y sin esfuerzo. Pan comido...
1.08 a.m. de la mañana. Suficiente por hoy, de lo contrario al amanecer no habrá quién despierte al dinosaurio.