-Respuesta de email No. 2-
Desconozco el paradero de nuestro amigo. Sé que vive en el mismo Estado que tú, pero nada más. Cuando veo a su esposa, me dice que le escribe poco y como los locos. Ya sabes que ambos son la encarnación del despiste. Quizás algún día, al detener tu camión en uno de esos restaurantes al lado de la carretera, te lo encuentres de mesero. Él trabaja lo mismo de recolector de naranjas que de bodyguard de una estrella del porno. Y no le afecta. Dicen que guarda su aureola en una caja fuerte para que no la conviertan en folklore.
De todas maneras averiguaré si tiene correo y/o teléfono. Si das con él, seguro te prometerá visita, y ya puedes sentarte a esperarla. Pasarán, al menos, tres o cuatro de sus viajes anuales a Cuba. Nunca sé a ciencia cierta cuándo viene y cuándo se va. Sí te puedo certificar que cuando vengas tú, si está por aquí, lo encontrarás en el estadio viejo entrenando perros. César Millán se salva porque nuestro amigo no es pretencioso, de lo contrario ya lo hubiera desbancado de su programa “El encantador de perros”. Es la única persona que conozco que vive un año en los Estados Unidos, y cuando regresa no parece que haya salido de los predios del Casco Histórico…