martes, 21 de febrero de 2017

Silogismo del cosmonauta y el dinosaurio

-Respuesta de email No. 2-


Cesar y la Mascara de Anonymous
Desconozco el paradero de nuestro amigo. Sé que vive en el mismo Estado que tú, pero nada más. Cuando veo a su esposa, me dice que le escribe poco y como los locos. Ya sabes que ambos son la encarnación del despiste. Quizás algún día, al detener tu camión en uno de esos restaurantes al lado de la carretera, te lo encuentres de mesero. Él trabaja lo mismo de recolector de naranjas que de bodyguard de una estrella del porno. Y no le afecta. Dicen que guarda su aureola en una caja fuerte para que no la conviertan en folklore.
De todas maneras averiguaré si tiene correo y/o teléfono. Si das con él, seguro te prometerá visita, y ya puedes sentarte a esperarla. Pasarán, al menos, tres o cuatro de sus viajes anuales a Cuba. Nunca sé a ciencia cierta cuándo viene y cuándo se va. Sí te puedo certificar que cuando vengas tú, si está por aquí, lo encontrarás en el estadio viejo entrenando perros. César Millán se salva porque nuestro amigo no es pretencioso, de lo contrario ya lo hubiera desbancado de su programa “El encantador de perros”. Es la única persona que conozco que vive un año en los Estados Unidos, y cuando regresa no parece que haya salido de los predios del Casco Histórico…

viernes, 17 de febrero de 2017

Teoría (particular) de la relatividad

Einstein en el malecon de Cienfuegos
Esa noche el discurso se extendió. Sentíamos el rumor lejano de la fábula, el regaño y los aplausos, tan lejano como para no precisar las palabras, los mandatos y el optimismo acuoso. Terminamos sentados en la acera, recibiendo el fresco del mar cercano y la claridad de la luna llena. Nuestro hijo arriesgó algunas objeciones, pero al fin se durmió esgrimiendo el apacible sueño de la inocencia.
Mientras tanto, en la bodega vendían ron peleón, una burla a las exquisiteces de los catadores. Adulterado, pero con la fama de ser el menos adulterado de la zona. Una ventana común sirve de estanquillo y el guarda nocturno hace de mesero. Tarde ya, había tres borrachos, uno de ellos guitarra en mano y voz de pato con gripe. Frecuente en el contexto es aquello de “los gallos me dan dinero y las mujeres me lo quitan”. El de la guitarra cantaba, otro trataba de seguirlo arrastrando las sílabas categóricas, y el tercero asentía incapaz de pronunciar palabra. Este último llevaba consigo tres bolsas de plástico atesorando los mandados de la bodega*, la ración obligada del raciocinio obligado. Tenía la certeza plena de que se trataba de los mandados porque mi esposa los había “sacado” ese día, de modo que “tocaban”. Sabe Dios si en casa de este hombre lo esperaban para completar la cena. Sabe Dios si habían dejado de esperarlo.

jueves, 9 de febrero de 2017

Cosas que tal vez le interesen a Stephen Hawking

-Respuesta de email No. 1-


Agujero negro de Stephen Hawking
Descuida, hermano, averiguaré los precios. Te mencioné Guajimico por estar menos accesible a la farándula de las cuarterías que ha invadido los lugares del centro, pero debo confesar que no lo conozco.
Tengo un vecino que lo menciona con nostalgia. Fue un tipo consecuente como Dios manda, aunque su Dios era rojo y descreído. Después que se jubiló, lo borraron de la nómina de los privilegios y de los privilegiados históricos. Tuvo el mal tino de conformarse con ser toda la vida lo que llamaban “un cuadro”, y no preocuparse por aprender oficios. Nunca intentó fabricar ni siquiera una guaracha, aquellas espontáneas alpargatas con suelas de neumático recapado, o hacer de alquimista de barrio fabricando alcoholes en alambiques caseros para consumo de cederistas* recalcitrantes. ¡Nada! Un simple cuadro honorífico con marco de madera, banquete de comején. Pero siente orgullo porque gozó de los tiempos de la ubre bola**, (proletarios de todos los países...), los tiempos en que se hicieron gárgaras con Gagarin y logramos poner al primer mestizo en la órbita espacial.

viernes, 3 de febrero de 2017

Café de hormigas que cabalgan

(Incluye recuento sedicioso)


Mujer Perro y Cerveza
Las hormigas me asaltaron anoche en una nueva escalada de violencia doméstica. Siempre lo hacen en mi único pie, como si adivinaran que allá no tengo acceso para destruirlas. Se acomodan entre los dedos meñique y anular, vaya preferencia, o entre el tobillo y la almohada. Pero nunca ascienden por la pantorrilla. Quizás les moleste salvar la pelusa de mis piernas (a veces el plural es fantasmagórico). De cualquier modo son antojadizas y desvelan mi sueño, que siempre es frágil.
El short que me pongo al levantarme lleva una semana evaporándose en el cordel de la terraza. No llevo la cuenta para anotar en un cuaderno de errores ni para cebar la ojeriza. Sólo he visto cómo los diligentes insectos aprovechan cualquier senda y lo exploran todo. Ya deben saber que en esas prendas encuentran siempre alguna preciosa miga escapada de mi ineptitud para abrir la boca el tamaño adecuado para que la totalidad del mordisco se adentre en mi estómago.